DESOBEDIENCIA CIVIL

DESOBEDIENCIA CIVIL

HISTORIA Y ANTOLOGIA DE UN CONCEPTO

AA.VV

15,95 €
IVA incluido
Editorial:
TECNOS, S.A. (12)
Año de edición:
2012
Materia
Teoria de la filosofia
ISBN:
978-84-309-5481-0
Páginas:
320
Encuadernación:
Rústica
Colección:
ESENCIALES DE LA FILOSOFIA -46

Disponibilidad:

  • LIBRERÍAS PICASSO - ALMERÍADisponible en 1 semana
  • LIBRERÍAS PICASSO - GRANADADisponible en 1 semana
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Rebelión pacífica: historia y mensaje de la desobediencia civil.

Estudio preliminar.

Nota sobre esta edición.

Bibliografía.

DESOBEDIENCIA CIVIL.

1. Geroge Anastaplo. Ser humano y ciudadano.

2. G. E. Lessing. Ernst Y Falk.

3. Ralph Waldo Emerson. Leyes espirituales.

4. Henry David Thoreau. Desobediecia civil.

5. Liev Tostói. Guerra y paz.

6. John Rawls. Teoría de la justicia.

7. George Anastaplo. Ciudadano y ser humano.

Apéndice.

El Estado no se enfrenta intencionadamente al sentido intelectual o moral del hombre, sino solo a su cuerpo, a sus sentidos. No está armado con ingenio superior u honradez, sino con una fuerza física superior. No he nacido para ser forzado. Respiraré a mi manera. Veamos quién es más fuerte. ¿Qué fuerza tiene una multitud? Solo pueden obligarme quienes obedecen a una ley superior a la que yo obedezco. Me obligan a convertirme en uno de ellos. No he oído hablar de hombres que hayan sido forzados a vivir de esta o aquella manera por masas de hombres. ¿Qué clase de vida sería esa? Cuando me encuentro con un gobierno que me dice: "El dinero o la vida", ¿por qué habría de apresurarme a darle mi dinero? Tal vez esté en apuros y no sepa lo que hacer: no puedo evitarlo. Ha de ayudarse a sí mismo; hacer lo que yo hago. No merece la pena gimotear al respecto. No soy responsable del buen funcionamiento de la maquinaria de la sociedad. No soy el hijo del ingeniero. He observado que, cuando una bellota y una castaña caen una al lado de otra, una no se queda inerte para dejar paso a la otra, sino que ambas obedecen sus propias leyes, y brotan y crecen y florecen como mejor pueden hacerlo, hasta que tal vez una eclipse y destruya a la otra. Si una planta no puede vivir según su naturaleza, muere, y el hombre también.



Henry David Thoreau

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