ALMAS MUERTAS

ALMAS MUERTAS

GOGOL NIKOLAJ VASILEVIC

17,95 €
IVA incluido
Editorial:
ALIANZA EDIT (34)
Año de edición:
2011
Materia
Narrativa extranjera o traducida
ISBN:
978-84-206-5341-9
Páginas:
592
Encuadernación:
Bolsillo cartoné
Colección:
NLB LITERATURA -65

Disponibilidad:

  • LIBRERÍAS PICASSO - ALMERÍAEn stock
  • LIBRERÍAS PICASSO - GRANADAEn stock
17,95 €
IVA incluido
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Creador junto con Aleksandr Pushkin de la gran prosa rusa del siglo xix que habría de prolongarse en Dostoyevski, Tolstoi y Chéjov, NIKOLAI GOGOL plasmó en ALMAS MUERTAS la misma visión ácida y satírica de Rusia que impregna sus «Historias de San Petersburgo» (L 5505), entre las que se cuentan relatos tan célebres como «La nariz» y «El abrigo». La publicación en 1842 de la presente novela, que alcanzó notable repercusión y levantó algún revuelo, le valió gran fama y consolidó su reputación de gran narrador. Su protagonista, Chíchikov, pergeña el plan de comprar ?almas muertas? ?esto es, la propiedad de siervos fallecidos? para así poder pedir un crédito al Estado, con esta propiedad como aval, antes del siguiente censo. El relato de sus andanzas por la Rusia rural, así como de su resultado, es una de las cimas de la literatura de este país, en la que se puede apreciar el talento de Gogol no sólo para la sátira, sino también para la descripción de inolvidables caracteres.

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el 30.07.2012 Por Recomendación Librerías Picasso

Fragmento seleccionado:

¡Feliz el viajero que, tras un largo y monótono viaje, con sus fríos y barros, con los jefes de posta que jamás han dormido lo suficiente, y con el repiqueteo de las campanillas, con los arreglos, las discusiones, los cocheros, los herreros y demás personas de mal vivir, que se tropieza en el trayecto, distingue, por fin, el familiar techo con las luces que acuden a su encuentro, y se figura los conocidos aposentos, las jubilosas exclamaciones de los que vienen a recibirle, el estrépito y las carreras de los chiquillos, y las sedantes y reposadas charlas interrumpidas por las febriles caricias capaces de alejar de la memoria todo recuerdo penoso! ¡Feliz el padre de familia, pero infortunado el soltero!
¡Feliz el escritor que abandona los caracteres poco gratos y aburridos que asombran por la tristeza que infunden en el alma y se aproxima a caracteres en los que se manifiestan las elevadas cualidades del ser humano, que de la gran multitud de personajes que se le presentan a diario, se limita a escoger las contadas excepciones, que nunca traiciona la excelsa canción de su lira, no desciende de la cima en que se halla hasta sus hermanos mezquinos y míseros, y, alejado del suelo, se entrega en cuerpo y alma a sus sublimes imágenes!
Mucho más envidiable es su hermosa suerte: se encuentra entre ellas igual que en el seno de su propia familia y, no obstante, su fama se extiende hasta llegar a los más apartados confines. Su obra es un humo embriagador que cubre como un velo los ojos de los hombres; los adula hasta el máximo, disimula lo que en la vida hay de desagradable y les manifiesta lo que de hermoso hay en el hombre.
Los aplausos van tras él y todos siguen su carro triunfal. Es proclamado gran poeta del universo, que alza su vuelo muy por encima de los demás genios del mundo, de igual modo que el águila se remonta sobre cualquiera de las aves que a más altura suben. Su nombre basta para hacer palpitar a los fogosos corazones de la juventud, lágrimas de agradecimiento tiemblan en todos los ojos… Nadie se le puede comparar en poderío, ¡es un dios!


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Por Recomendación Librerías Picasso el 30/07/2012

Fragmento seleccionado:

¡Feliz el viajero que, tras un largo y monótono viaje, con sus fríos y barros, con los jefes de posta que jamás han dormido lo suficiente, y con el repiqueteo de las campanillas, con los arreglos, las discusiones, los cocheros, los herreros y demás personas de mal vivir, que se tropieza en el trayecto, distingue, por fin, el familiar techo con las luces que acuden a su encuentro, y se figura los conocidos aposentos, las jubilosas exclamaciones de los que vienen a recibirle, el estrépito y las carreras de los chiquillos, y las sedantes y reposadas charlas interrumpidas por las febriles caricias capaces de alejar de la memoria todo recuerdo penoso! ¡Feliz el padre de familia, pero infortunado el soltero!
¡Feliz el escritor que abandona los caracteres poco gratos y aburridos que asombran por la tristeza que infunden en el alma y se aproxima a caracteres en los que se manifiestan las elevadas cualidades del ser humano, que de la gran multitud de personajes que se le presentan a diario, se limita a escoger las contadas excepciones, que nunca traiciona la excelsa canción de su lira, no desciende de la cima en que se halla hasta sus hermanos mezquinos y míseros, y, alejado del suelo, se entrega en cuerpo y alma a sus sublimes imágenes!
Mucho más envidiable es su hermosa suerte: se encuentra entre ellas igual que en el seno de su propia familia y, no obstante, su fama se extiende hasta llegar a los más apartados confines. Su obra es un humo embriagador que cubre como un velo los ojos de los hombres; los adula hasta el máximo, disimula lo que en la vida hay de desagradable y les manifiesta lo que de hermoso hay en el hombre.
Los aplausos van tras él y todos siguen su carro triunfal. Es proclamado gran poeta del universo, que alza su vuelo muy por encima de los demás genios del mundo, de igual modo que el águila se remonta sobre cualquiera de las aves que a más altura suben. Su nombre basta para hacer palpitar a los fogosos corazones de la juventud, lágrimas de agradecimiento tiemblan en todos los ojos… Nadie se le puede comparar en poderío, ¡es un dios!


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