CUATRO NOCHES ROMANAS

CUATRO NOCHES ROMANAS

CARNERO GUILLERMO

9,00 €
IVA incluido
Editorial:
TUSQUETS, EDITORES
Año de edición:
2009
Materia
Poesía española o hispanoaméricana
ISBN:
978-84-8383-145-8
Páginas:
64
Encuadernación:
Rústica
Colección:
MARGINALES

Disponibilidad:

  • LIBRERÍAS PICASSO - ALMERÍADisponible en 1 semana
  • LIBRERÍAS PICASSO - GRANADADisponible en 1 semana
9,00 €
IVA incluido
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Cuatro noches romanas es la obra de quien ama la mezcla, única en el mundo, de magnificencia y miseria, de belleza y sordidez, que es y ha sido siempre Roma; empieza por ser una ofrenda a la ciudad y una evocación suya, como antes lo fueron Verano inglés para Londres y Fuente de Médicis para París. En la oscuridad real y simbólica de la noche romana, y durante cuatro días sucesivos, el poeta mantiene largos diálogos con un hosco personaje femenino, que bien pudiera ser la Muerte, a quien ha acudido en busca de respuestas, serenidad y olvido. De esos encuentros brota una cambiante relación de atracción y desprecio, y en ellos se plantean cuestiones que tienen mucho de recapitulación vital y meditatio mortis: el vacío que deja el paso del tiempo; la ilusoria capacidad salvadora del amor, la belleza, la imaginación y el arte; el sinsentido de la prolongación de la vida en la vejez. El libro se autodefine con sendas citas de H"lderlin, Shelley y Chateaubriand, tres escritores románticos alejados sin embargo del patetismo por su interiorización de las cuestiones existenciales. Y, en ciertos pasajes, el poema entabla analogías intertextuales o adquiere connotaciones culturales, evocando a Keats, Cornelio Galo o Quevedo, Rafael, Poussin, Bach, Bernini o Borromini. Por su articulación discursiva, su densidad emocional y su lenguaje simbólico, Cuatro noches romanas lleva a su mejor cota la trayectoria formada por los libros publicados por el autor en el último decenio.

Cuatro noches romanas es la obra de quien ama la mezcla, única en el mundo, de magnificencia y miseria, de belleza y sordidez, que es y ha sido siempre Roma; empieza por ser una ofrenda a la ciudad y una evocación suya, como antes lo fueron Verano inglés para Londres y Fuente de Médicis para París.En la oscuridad real y simbólica de la noche romana, y durante cuatro días sucesivos, el poeta mantiene largos diálogos con un hosco personaje femenino, que bien pudiera ser la Muerte, a quien ha acudido en busca de respuestas, serenidad y olvido. De esos encuentros brota una cambiante relación de atracción y desprecio, y en ellos se plantean cuestiones que tienen mucho de recapitulación vital y meditatio mortis: el vacío que deja el paso del tiempo; la ilusoria capacidad salvadora del amor, la belleza, la imaginación y el arte; el sinsentido de la prolongación de la vida en la vejez.El libro se autodefine con sendas citas de Hölderlin, Shelley y Chateaubriand, tres escritores románticos alejados sin embargo del patetismo por su interiorización de las cuestiones existenciales. Y, en ciertos pasajes, el poema entabla analogías intertextuales o adquiere connotaciones culturales, evocando a Keats, Cornelio Galo o Quevedo, Rafael, Poussin, Bach, Bernini o Borromini. Por su articulación discursiva, su densidad emocional y su lenguaje simbólico, Cuatro noches romanas lleva a su mejor cota la trayectoria formada por los libros publicados por el autor en el último decenio.

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