RENACIMIENTO EN ROMA EL

RENACIMIENTO EN ROMA EL

PARTRIDGE LOREN

23,00 €
IVA incluido
Editorial:
AKAL
Año de edición:
2007
Materia
Historia y critica del arte
ISBN:
978-84-460-2471-2
Páginas:
184
Encuadernación:
Rústica
Colección:
ARTE EN CONTEXTO

Disponibilidad:

  • LIBRERÍAS PICASSO - ALMERÍADisponible en 1 semana
  • LIBRERÍAS PICASSO - GRANADADisponible en 1 semana
23,00 €
IVA incluido
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Mapa. El Renacimiento en Roma

INTRODUCCIÓN Mecenazgo y pontificado: ¿santos o pecadores?

UNO Urbanismo: Cadáveres en descomposición y la Nueva Jerusalén

DOS Iglesias: Armonía de las esferas y caos constructivo

TRES Palacios: magnificencia y desorden

CUATRO Decoración de altar: espíritu y materia

CINCO Decoración de capillas: espacio, tiempo y eternidad

SEIS Salas de estado: las artes del poder

CONCLUSIÓN De 1600 en adelante

CRONOLOGÍA
PONTÍFICES DEL RENACIMIENTO
BIBLIOGRAFÍA
CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS
ÍNDICE

Roma, tal como la conocemos -la espléndida ciudad de palacios y plazas dominados por la cúpula de San Pedro-, fue una creación del papado, remodelada y erigida de nuevo a finales de la Edad Media tras un largo periodo de abandono. Encarnaba una nueva estética: los ideales clásicos de simetría, axialidad, centro, jerarquía y unidad concretados y aprovechados para los requerimientos del poder eclesiástico y la responsabilidad cívica. Roma era simultáneamente producto y cuna del Alto Renacimiento. En manos de Bramante, Antonio da Sangallo, Vignola y della Porta, los palacios, desarrollados a partir de la austera tradición romana y florentina del Quattrocento, se convirtieron en edificios de imponente nobleza. Se erigieron iglesias a docenas; diseñadas tras la fachada del templo a partir de los principios de armonía espacial y cósmica, desplegaron una interminable versatilidad estilística en cuanto a la solución de problemas formales y teológicos. El San Pedro de Bramante y Miguel Angel, y El Gesú de Vignola y della Porta, que se comentan aquí en detalle, representan quizá la apoteosis de la arquitectura eclesiástica del Renacimiento, al igual que el Palacio Farnese de Sangallo y Miguel Angel destaca como la culminación de la arquitectura civil. Partridge analiza también la decoración escultórica y pictórica de Roma en los altares, las capillas y las salas de estado, incluyendo las obras maestras de la Capilla Sixtina y las Estancias del Vaticano. Masolino y Fra Angelico, Perugino y Pinturicchio, Miguel Angel y Rafael se contaron entre los llamados a glorificar a la Iglesia y legitimar su autoridad, y sus logros perviven para el disfrute y la formación de las siguientes generaciones.

Roma, tal como la conocemos –la espléndida ciudad de palacios y plazas dominados por la cúpula de San Pedro–, fue una creación del papado, remodelada y erigida de nuevo a finales de la Edad Media tras un largo periodo de abandono. Encarnaba una nueva estética: los ideales clásicos de simetría, axialidad, centro, jerarquía y unidad concretados y aprovechados para los requerimientos del poder eclesiástico y la responsabilidad cívica. Roma era simultáneamente producto y cuna del Alto Renacimiento. En manos de Bramante, Antonio da Sangallo, Vignola y della Porta, los palacios, desarrollados a partir de la austera tradición romana y florentina del Quattrocento, se convirtieron en edificios de imponente nobleza. Se erigieron iglesias a docenas. diseñadas tras la fachada del templo a partir de los principios de armonía espacial y cósmica, desplegaron una interminable versatilidad estilística en cuanto a la solución de problemas formales y teológicos. El San Pedro de Bramante y Miguel Ángel, y El Gesú de Vignola y della Porta, que se comentan aquí en detalle, representan quizá la apoteosis de la arquitectura eclesiástica del Renacimiento, al igual que el Palacio Farnese de Sangallo y Miguel Ángel destaca como la culminación de la arquitectura civil. Partridge analiza también la decoración escultórica y pictórica de Roma en los altares, las capillas y las salas de estado, incluyendo las obras maestras de la Capilla Sixtina y las Estancias del Vaticano. Masolino y Fra Angelico, Perugino y Pinturicchio, Miguel Ángel y Rafael se contaron entre los llamados a glorificar a la Iglesia y legitimar su autoridad, y sus logros perviven para el disfrute y la formación de las siguientes generaciones.

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